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Christian, ¿tuviste algo que ver con esto? No. Tú hiciste todo. ¿No me crees? Ni yo misma lo creo. Anoche te hice una pregunta. ¿Lo de mudarme contigo? Solo creo que probablemente Radio tenga que traer algunas cosas de mi apartamento. Eso se puede arreglar. Bien. Ahora, tal vez podamos Radio llevar esta celebración a casa. La cuenta, por favor. Quítate la ropa interior. Hazlo ahora. ¿Aquí? Sí, aquí. Ahora. Hazlo. Disculpe. No te vengas. Y Jada necesita que alguien firme lo del nuevo título de Curusi. Le pedí a Jack que lo hiciera. Jack era un poco holgazán. ¿No lo notaste? Sí. Me parece que lo llamaba “temperamento artístico”. Gracias. Hannah. Sí. Oye. Es genial que estés haciendo esto, pero Radio Es demasiado extraño. Lo sé. Lo sé. ¿Debo llamarla Srta. Stele? Debes llamarme Ana. Y no espero que me traigas café. A menos que compres para ti. Y Radio todo lo demás, lo veremos sobre la marcha. ¿Entendido? Está bien. Srta. Steele. Maldita sea. Contesta. Solo buscaré unas cosas y revisaré el buzón. Subiré contigo. No, tranquilo. Serán dos segundos. Contesta. Hola, Ros. Leila. Christian está abajo. ¿Quieres verlo? Quiero verte a ti. Muy bien. Me dijo lo que pasó. Sé que estás sufriendo mucho. Lo siento mucho. Te deja llamarlo por su nombre. Él habla de ti todo el tiempo. Le importas. No mientas. Dime qué tienes tú que yo no tenga. Nada. No soy nada. Se cansará de mí. El amo duerme en tu cama. ¿Cómo lo sabes? Los vi. Los vigilé. Sé que lo amas. Yo también. Todas lo amamos. ¿Por qué no bajas el arma? No lo conoces ni sabes lo que le gusta. No le das lo que quiere. Está fingiendo contigo. No, Christian. De rodillas. Ana. Ve al Escala y espérame allá. Por una vez, haz lo que se te dice. Taylor, sácala de aquí. Srta. Steele. Srta. Steele. ¡Ana! Basta, Taylor. No me importa. Desapareció hace tres horas y n o tiene ni su teléfono ni su bolso. Olvídalo. Aquí está. ¿Dónde coños estabas? Te dije que vinieras aquí. Hay personas buscándote en las calles. Lamento no siempre hacer lo que se me dice. Quizá necesitas a alguien que obedezca todas tus órdenes. No digas tonterías. Te vi. Christian. Vi la forma como actuaste con Leila. Tenía un arma, Ana. Hubiera hecho lo que fuera para someterla. ¿Dónde está ahora? ¿Está aquí? ¿Qué? Claro que no. Está en un psiquiátrico recibiendo ayuda. Escucha, sé que te asustó. Sí, me asustó. Pero tú me asustas más. Verte así con ella. Yo jamás podré darte esa clase de sumisión y obediencia. Ana. No me sofoques. Necesito espacio. Por favor, no hagas esto. Christian. No te des por vencida. Solo necesito pensar un poco. No me dejes. ¿Qué haces? Levántate. ¿Qué haces? Mírame. Mírame. Tengo miedo. Sé que dices que soy suficiente. Pero hay ciertas cosas que estás acostumbrado a tener Radio que yo, jamás, jamás, jamás. Podré darte. Y tal vez estás bien ahora, pero Radio ¿qué pasará cuando las necesites de nuevo? No será así. ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedo creerte? Ni siquiera entiendo tu necesidad de dominar. No soy dominante. No lo soy. El término correcto es sádico. Castigar mujeres me exita. Mujeres como tú y Radio Como tu madre.