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Nadie puede entrar sin su carnet del sindicato. ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Silencio todo el mundo! Chicos, primero oiremos a un hombre que nos trae Radio Radio un mensaje importante del cuartel del sindicato. El vicepresidente de la Federación de mineros de América. El camarada Johnny Farrell. Gracias. Encantado de saber que cuento con un amigo en la sala. Es un chiste muy malo, pero no he venido aquí a haceros reír. Chicos, tenemos problemas. No sólo aquí sino en todo el estado. Esa es la razón por la que he venido hoy aquí. Alguien está provocando una revuelta. No sabemos quién es todavía, pero vamos a averiguarlo. Pero hasta que lo hagamos, Radio no permitiremos que nadie diga nada que pueda preocuparnos. Sé que pensáis que hay muchas cosas de las que quejarse. Pero recordad que media barra de pan es mejor que ninguna. Esa es la idea con la que trabajamos y la que nos hará salir adelante. Hemos conseguido mejoras como para pensar que los jefes son estupendos. Pero todavía hay unos chicos listos que piensan que Radio Radio no son precisamente perfectos. ¡Por supuesto que no lo son! Ok, ¿qué ocurre entonces? Esos chicos tan listos se unen y dicen: El antiguo sindicato ya no es lo que era antes. Vamos a formar uno nuevo, que no tema alzar la voz Radio Radio y conseguir cosas mejores. ¡Así es! ¡Tú lo has dicho! ¡Eso es lo que ellos quieren! ¡Y eso es lo que vamos a hacer! ¡Convoquemos una huelga! ¡Convoquemos una huelga! Dejadme deciros algo, amigos. Llevo treinta años en esta lucha y sé de lo que hablo. Si estáis tan locos como para abandonar el sindicato, perderéis. ¡No perderemos nada por intentarlo! ¡Perderéis! Así es, Charlie. Tú sabes de lo que estás hablando. ¡Convoquemos una huelga! ¡Convoquemos una huelga! Podéis gritar cuanto queráis, pero eso no cambiará los hechos. Ha llevado muchos años de lucha el que los jefes reconozcan Radio Radio a la Federación de mineros de América. Luego, hace dos años, conseguimos discutir con ellos Radio Radio y logramos que firmaran un acuerdo, Radio el Acuerdo Shalerville. Naturalmente no conseguimos todo lo que queríamos, Radio pero fue un buen comienzo. A cambio de un sueldo mayor y mejores condiciones de trabajo, Radio prometimos que no habría revueltas laborales Radio Radio mientras durara el acuerdo. Y nosotros dimos nuestra palabra en el acuerdo Radio Radio porque sabíamos que erais hombres honestos y nos respaldaríais. ¡Recordad, chicos, dimos nuestra palabra de honor! ¡Nuestra palabra de honor! ¿Vais a hacedla valer como hombres que sois Radio Radio o vais a escaparos como una pandilla de apestosas mofetas? ¡No! ¡Nos quedaremos! Si no mantenemos nuestra palabra, ellos no mantendrán la suya. Y tendrán razón. Irán a los tribunales y dirán: Radio “Tenemos pérdidas millonarias en nuestras minas Radio Radio porque los sindicalistas están demasiado ocupados luchando entre ellos.” Y el juez les dirá: “Ok, romped el Acuerdo Shalerville. Rompieron su palabra,” Y tendrá razón. Ahora voy a preguntar a esos chicos tan listos Radio Radio que han estado tan ocupados abriendo sus bocazas: ¿Qué van a hacer ellos cuando se rompa el acuerdo? ¿Qué respuesta van a dar cuando sus familias se mueran de hambre? Les daremos la misma respuesta que nos dan tus hombres. Les diremos que si quieren ganar tendrán que pasar mucha hambre. Pero en vez de volver al cuartel general Radio Radio y vivir como reyes, como hacen ahora, Radio tendrán que pasar hambre como nosotros hasta que consigan ganar. Chicos, no permitamos toda esta charlatanería barata. Farrell y el resto de sanguijuelas del cuartel general Radio Radio se supone que trabajan para nosotros. Nosotros sudamos sangre para que tengan esos altos salarios, Radio para que tengan esas preciosas oficinas y esos coches tan caros. Eso nos hace sus jefes, ¿no? ¡Nos da derecho a echarlos! ¡A despedirlos cuando nos traicionan! ¡Ellos nos vendieron en Shalerville! Vendieron nuestros derechos a una pandilla de sucios criminales. ¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados? ¿Tenéis miedo de levantaros y luchar como hombres? ¡Sí! ¡Luchemos! ¡Por mi vida! ¡Luchemos!