Bicicleta Mania 2
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Y incluyendo esta. Tiene años. Lo siento. Ojalá no hubiera ocurrido. Un hombre no llega muy lejos en la vida sin dejar rastro. ¿Quién era? Es cuanto queda de un emperador. Ahora es solo un viejo que ha perdido su dinero y a su mujer. Como solo vivía para su mujer, supongo que está muerto. Supongo que echas algo de aceite y maíz en su tumba de vez en cuando. ¿Eso no ayuda? Sigue siendo una tumba. Podemos discutir. Lo hacemos a menudo. Pero la única vez que nos separamos tú lo provocaste. Lo sé. No debimos seguir así. Quizá yo no supe cuándo parar. Vic, nunca te he dado la espalda. Fuiste tú quien me la dio. Vic, me alegro de verte. Gracias. Tenemos que hablar. Por supuesto. Lo primero: ¿que tal en Sudamérica? Hace que Nueva York parezca un apartamento. Allí abajo hay espacio. Dondequiera que mires, ves el cielo. Es la nueva frontera, Hoss. Quizá la última. ¿No se te ha ocurrido nunca? Se hacen fortunas a diario. Deberías venir conmigo. Este asco de libros, mercados y bonos. Ven conmigo a respirar. Pero ¿llegas de verdad a hacer esas fortunas? Mi equivocado amigo, observa. A este trocito de papel lo llaman cheque bancario: ¿Me lo lees? . dólares. Mis socios y yo nos repartimos un millón. No es mala paga por unos años de trabajo duro. ¿Cuándo nos vamos? Lo siento, Vic. Eso no basta. No lo creía así. También pienso, Sr. Vendig, que quiere Ud. demasiado. “Demasiado” no existe. No has echo una fortuna. Te han pagado bien por tu trabajo, punto. Las fortunas se hacen aquí, en Wall Street. ¿Quién es la joven? Se llama Susan. Qué encanto. Me encantan los nombres a la vieja usanza. Susan, Ruth, Prudence, Martha juegos Te has vuelto muy taimado, Vic. Tú tampoco estás siendo muy honesto. ¿Esperabas que creyera lo que decía tu carta? ¿Que te plantó? Jamás una chica se ha tirado a los pies de alguien de esa forma. Se te da muy bien. Me he convertido en un viejo zorro. Martha es inteligente y sagaz. No le contaría mucho darse cuenta de que siempre habría una lucha juegos juegos entre nuestro amor y mi ambición. Tenía razón,